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martes, 23 de abril de 2024

'Las malas mujeres', de Marilar Aleixandre

Grupo de lectura “Leer juntos” del IES Goya 

Sesión del 25 de marzo de 2024

Autora: Marilar Aleixandre

Obra comentada: Las malas mujeres. Xordica, 2022.

                                    

 

 Sobre Las malas mujeres de Marilar Aleixandre



Marilar Aleixandre (nombre con el que es conocida la escritora madrileña afincada en Galicia María Pilar Jiménez Aleixandre) forma parte de ese grupo de escritores que —como Max Aub, Jorge Semprún o más recientemente Theodor Kallifatides— toman como lengua literaria el idioma de su tierra de adopción, en este caso el gallego, lengua propia de una comunidad autónoma bilingüe.

Su novela As malas mulleres (2020), escrita en gallego y traducida al castellano por la propia autora, obtuvo el Premio Blanco Amor 2020 y el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa en 2022. La novela se centra en la vida de las mujeres reclusas de la cárcel coruñesa de la Galera y en los esfuerzos realizados por Concepción Arenal y Juana María de Vega por mejorar las condiciones de vida en la prisión y para favorecer  la reinserción de las reclusas.

Cubierta de la edición en gallego

 La idea de escribir el libro se le ocurrió a la autora leyendo la biografía de Concepción Arenal escrita por Anna Caballé (Concepción Arenal: La caminante y su sombra, Taurus, 2018). Por ella supo que Arenal fue visitadora (inspectora) de la cárcel coruñesa de la Galera, en la que estaban recluidas trescientas mujeres, lo que impresionó vivamente a la autora. Actualmente el único testimonio que queda en la ciudad sobre la existencia de la Galera es el nombre de la calle donde estuvo ubicada.

El título procede  de la expresión utilizada por una monja en una carta dirigida en 1608 al rey Felipe III. En ella le dice que si había galeras —pena de trabajos forzados de remo en embarcaciones reales denominadas galeras— para los hombres, tendría que haber galeras para sacar a ‘las malas mujeres’ (ladronas, prostitutas, asesinas…) de las calles. Así, el término ‘galera’ amplía su significado para pasar a designar también la cárcel de mujeres.

Es esta una novela coral protagonizada por personajes femeninos pertenecientes a dos mundos separados que confluyen en la Galera, y en la que los personajes reales se cruzan con personajes legendarios como  la bandolera gallega Pepa la Loba y con otros que son fruto de la imaginación de la autora. Aleixandre ha construido una novela en la que se entrelazan varias historias narradas por distintas voces y en diferentes estilos.

Una voz en tercera persona focalizada en la conciencia de Sisca (narrador equisciente), que en alguna ocasión muta a primera persona, cuenta la historia de esta joven de quince años, presa en la Galera por haber acompañado a su madre a que le practicaran un aborto clandestino con resultados fatales. Se trata de un personaje de ficción cuya historia se inspira, no obstante, en unos hechos sucedidos en los años cincuenta del siglo XX. El relato del día a día en la prisión (la suciedad, la mala alimentación, las penosas tareas…) se trenza con los recuerdos de la vida en libertad: la pobreza y el hambre, la muerte de un hermano, el trabajo de su madre como lavandera que providencialmente la pone en contacto con Paquita, sirvienta y amiga de la condesa de Mina; el descubrimiento del amor, el trágico final de su madre y la evocación de la belleza de la naturaleza que, como en el caso del prisionero del romance medieval, hace más duro el encierro:

“Hoy es lunes dieciséis de marzo. Imagina los sauces a la orilla del río, cerca de casa. Estos días de marzo, en esta primavera que le robaron, estarán brotando, nada se les da que ella no pueda verlos, sus renuevos dorados son peludos y suaves como animalillos; los acaricia en su pensamiento. ¿Habrá sauces, mimbreras, hierbas, pájaros para tantos días a lo largo de cuatro años?”. (pág. 17)

En esa tercera persona limitada, cuyo foco a veces se desplaza  de la mente de Arenal a la de la condesa de Mina, se narra también la historia de colaboración de dos mujeres excepcionales, dos personajes reales que, a pesar de sus muy diferentes convicciones —Concepción Arenal, religiosa y conservadora, y Juana María de  Vega, liberal y progresista—, pusieron su voluntad y su empuje al servicio de una causa común. Ambas libran una  dura lucha por mejorar la vida de las reclusas de la Galera y por instruirlas para lograr su reinserción. Para ello deberán hacer frente con inteligencia y diplomacia a la resistencia de las autoridades de la prisión y a una opinión pública contraria a la instrucción de las mujeres. En su empeño cuentan con el apoyo de personas como Pardo Bazán y su esposa, padres de la futura escritora, y de un grupo de mujeres “hidalgas” que forman parte de la Sociedad de la Magdalena. Como ocurre en la historia de Sisca, esta narración abarca también aspectos de la vida personal de ambas mujeres: los problemas de salud de Arenal, su deseo frustrado de tener un título universitario, un fracaso amoroso, su feliz matrimonio, el drama de la muerte de su hija y la de su marido después, la enemistad con su madre; así como la vida casi legendaria de Juana María, sus años al servicio de Isabel II, su apoyo a la causa liberal, los sucesivos  exilios, su historia de amor con el guerrillero Espoz y Mina y la temprana muerte de este, además de su labor filantrópica en favor de los más necesitados. En primera persona se expresan los dramas de las mujeres presas del “mudo coro de las malas mujeres”.

La narración da entrada a numerosos poemas y textos no literarios como cartas, informes, memorias o fragmentos de libros de Arenal. Con tal fragmentación formal Aleixandre logra construir una novela histórica que se aparta de los convencionalismos de este subgénero y la dota de un aire de modernidad, como ha señalado Santos Sanz Villanueva. La denuncia de la miseria y la pobreza, del hambre de las clases bajas y de la penosa vida de las mujeres encarceladas en un periodo de la historia de nuestro país, la convierten en una novela social que en algunos momentos adquiere tintes tremendistas.

La acción de la novela se sitúa hacia final del reinado de Isabel II y se prolonga a lo largo de tres años. Comienza en 1863, año en que Sisca ingresa en la cárcel de la Galera y Concepción Arenal es nombrada visitadora de cárceles de mujeres. Es también el año de publicación del libro Cantares gallegos de Rosalía de Castro, considerado el punto de partida del Rexurdimento (Resurgimiento) gallego, que adquiere especial relevancia en la novela, puesto que sus poemas, leídos en las clases de la Asociación de la Magdalena, emocionan a las presas porque les hablan en gallego, la única lengua conocida por la mayoría de ellas, de temas y lugares que les resultan muy próximos. Además, los poemas de Rosalía y de Eduardo Pondal, así como ciertas composiciones del folclore gallego le servirán a la autora para componer sus “mudos coros de las malas mujeres”. El final de la novela, en 1866, coincide con un hecho histórico trascendental: la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, un rayo de esperanza para la animosa Juana María, quien confía en que pronto otros países sigan el ejemplo.

La novela se divide en tres partes que se corresponden con cada uno de los años que abarca la acción.  Cada una de estas partes se abre con una extensa cita y se cierra con un texto no literario: el reglamento de una casa de corrección, en la primera; la “Memoria de la Sociedad de la Magdalena” en la segunda, y el  apócrifo  “Contrato de maestras…”, en la tercera, al que le sigue un epílogo. Entre la cita y el documento se incluyen diez capítulos, con sugerentes epígrafes, en los que las historias narradas se alternan siguiendo un orden que se repite a lo largo de toda la novela. Para una mejor comprensión, vamos a distinguir dos bloques de cinco capítulos, en los que los cuatro primeros se dedican de forma alterna a la historia de Sisca (S) y a la de Concepción Arenal (A) y el quinto al coro de las malas mujeres (C), y el esquema se repite en los cinco siguientes: [S, A, S, A, C] [S, A, S, A, C]. En la tercera parte se produce una ligera variación: el coro del segundo bloque es sustituido por el relato del encuentro de Sisca y Pepa fuera de la prisión.

El cuidado con que la autora relaciona las tramas y las distintas partes dota a la novela de una fuerte cohesión interna, que consigue mediante el uso de paralelismos y contrastes, amén de la reiteración de temas y motivos. Baste seleccionar algunos de los muchos ejemplos que podríamos aportar: La novela se abre con una escena humillante: el corte de pelo y posterior rapado de Sisca al ingresar en prisión, contemplada por Arenal y comentada desde su  punto de vista en el capítulo dos, dando lugar a la primera muestra del perspectivismo de la novela. El motivo del pelo se retoma en la escena que Arenal imagina con Manuel y otra vez en uno de los capítulos finales cuando Arenal piensa en el color rojo de su pelo y en la tradicional asociación de este con la brujería. Si en el segundo capítulo del libro, Arenal reflexiona sobre las diferencias entre visitadora y visitante, al final de la novela, cuando ya ha sido cesada, vuelve a ello y dice no conformarse con el papel de visitante para convertirse en visionaria que adivina la lucha de las mujeres del porvenir. El llanto del hermanillo muerto que resuena en la mente de Sisca e interrumpe su sueño en el capítulo tercero, encuentra su eco en el lloro de Candonguita, la hija muerta, que desvela a la Visitadora en el capítulo siguiente. La referencia al vuelo de los murciélagos evocado por Sisca en la prisión, vuelve al final de la novela, cuando Arenal le enseña a su hijo a distinguir el vuelo de estos animales que terminan siendo para ella imagen de la justicia, que va y viene. Objetos como los zapatos de terciopelo verde o el libro de Rosalía de Castro; el chocolate que prueba Sisca por primera vez rebañando la chocolatera en el primer capítulo y reaparece en la taza de chocolate que le hace servir Juana María tras salir de la cárcel son otros tantos elementos que vertebran la obra.

La historia de Concepción Arenal en su etapa de visitadora es la historia de un fracaso colectivo de la sociedad española que ella percibe como un fracaso personal: “Era yo una rueda que no engranaba con ninguna otra de la máquina penitenciaria y debía suprimirse”* (pág. 129), escribe a su amigo Jesús de Monasterio. La trama sigue inicialmente una línea ascendente que alcanza su punto más alto en la segunda parte, con la creación de la Sociedad de la Magdalena y el inicio del trabajo con las internas; comienza a descender en el momento en que el alcaide consigue torpedear su labor, y cae bruscamente cuando la reina firma su cese como Visitadora:

“La conciencia del fracaso la persigue. De todo cuanto se había propuesto en la prisión lo único que consiguió fue eliminar el curtido de pieles, derivando a las reclusas para el hilado, indispensable para no perder el jornal. Las presas algo más limpias, peinadas, algunas  aprendieron a leer; poco más”. (pág. 212)

Pero no es este el único conflicto en que se ve inmersa la Visitadora, puesto que en la novela se produce la colisión entre dos mundos muy distantes: el de la Visitadora y el de las ‘malas mujeres’, representadas por Sisca. La relación entre ambos parte de un desconocimiento de la realidad del otro, de ideas preconcebidas y recelos mutuos, dando lugar a un enfrentamiento que estalla cuando Arenal decide poner a prueba sus Cartas a los delincuentes, con la lectura ante las presas de la durísima carta 29, “Infanticidio, Aborto”, con la intención de observar sus reacciones. La ira de Sisca interrumpiendo la lectura provoca el desasosiego y las dudas de la Visitadora, y abre en la memoria de Sisca una puerta por donde irrumpe el pasado que no quería recordar, dando lugar a tres de los capítulos más dramáticos de la novela, que alcanzan su punto álgido con el relato de la muerte de la madre (el primero de la tercera parte). En ellos se da una visión de la mujer que aborta muy alejada del monstruo que había pintado Arenal en su carta y se desvela que el hambre, el no tener qué darles de comer a los hijos, es el motivo que con más frecuencia  lleva a las mujeres pobres a abortar. Cuando Arenal conozca la historia de Sisca por boca de Juana María y de la misma Sisca, concluirá con esta que la justicia no siempre es justa y se fijará un nuevo objetivo menos ambicioso: el de salvar a Sisca, la joven que tanto le recuerda a su hijita muerta.  

La trayectoria de Sisca sigue un orden inverso al de la Visitadora. Su situación inicial la define el epígrafe del capítulo primero, la palabra “desesperanza” escrita por una mano anónima  en los muros de la prisión,  que inevitablemente nos trae a la mente las palabras grabadas a la entrada del Infierno de Dante. Tras la huida de Pepa, “la desesperanza mudó en esperanza. Puede imaginar la salida de la Galera, contar los días que faltan, menos de dos años” (pág. 222). Pero su suerte cambia tan inesperadamente, que cuando sale de prisión se da cuenta de que no le ha dado tiempo a hacer lo que tenía planeado: escribir en el muro “no pierdas la esperanza”. Ambas mujeres, la presa y la Visitadora, tenían un sueño. El de Concepción Arenal quedó inconcluso como el mantel de flores de tojo que empezó a bordar Sisca en las clases de costura. El de Sisca se cumple cuando pisa de nuevo la casa de Juana María, donde anhelaba servir, como Paquita, si bien no es este el futuro que la condesa de Mina imagina para ella.

Hay en la novela otros personajes femeninos, convertidos en protagonistas de “Los coros mudos de las malas mujeres”, relatos breves que pueden ser leídos de forma independiente, pero adquieren pleno sentido en el contexto de la obra. Las protagonistas son  personajes cuya voz se ha acallado como indica el oxímoron, cuyos lamentos solo pueden expresarse en silencio:

"¡Pobres de nosotras! Llora, mujer: escuchamos tus suspiros. Solo nos es dado lamentarnos en silencio. Canta: escuchamos tus penas”. (pág. 36)

Ellas son ahora narradoras de sus propias historias, que transmiten otra visión muy distinta sobre las consideradas "malas mujeres”. Para ello, toman prestadas las palabras de los poetas, en textos híbridos, que mezclan prosa y verso, incluso alguna carta, y dan entrada a la cultura oral. Como en la tragedia griega, la intervención de la mujer es respondida por un coro, estableciéndose así un diálogo de enorme expresividad y lirismo.

“Entre pinos” (cap. 5) parte de un poema de Pondal (otro de los poetas del Rexurdimento) que narra una violación desde el punto de vista del depredador sexual, para contarnos la dramática  historia de una mujer violada que acaba en la calle. El poema original se modifica para ponerlo en labios de la mujer, que narra su propia historia: “Me pilló entre pinos sola…”. A lo que el coro responde: “Entre los pinos. Te pilló sola”. La narración en prosa tiene elementos comunes con el cuento de Caperucita, pero el peligro que acecha en el bosque no es el lobo sino el hombre.

En “La hoz” (cap. 10), es el poema de Rosalía de Castro “La justicia por su mano” el que sirve de punto de partida para contar la historia de una mujer forzada por el señorito al que sirve y la venganza de esta.

El titulado “Artista de lo blanco” (cap. 20) toma otro poema de Rosalía para contar la desgraciada historia de la costurera Dolores, presa en la Galera acusada de haber dado muerte a su marido y condenada a garrote vil. Dolores no aparece en los relatos de Sisca y de Arenal, pero ambas tienen conocimiento de su existencia. Sisca le había oído hablar de Dolores, “la que cose sábanas y manteles para esta casa” (224), a Paquita. Y ya en la prisión, la joven tiene noticia de que hay al menos una mujer en la Galera “aguardando por el garrote vil. Pero está en otro dormitorio o en una celda de castigo, nunca la ha visto” (pág. 97). Más adelante, será una jovencísima y “sabihonda” Emilia Pardo Bazán, convertida en personaje de ficción, la que comente su caso y anuncie: “Algún día he de escribir su historia” (pág. 165). En efecto, Marilar Aleixandre, en un nuevo juego intertextual, recrea aquí la historia narrada por Emilia Pardo Bazán en el cuento “Casi artista”.

Finalmente, en “Desahuciada” (cap. 25) una mujer se venga del hombre que ha causado las desgracias de su familia, para evitar que sea su marido quien tome venganza, lo que no libra a este de acabar también en la cárcel.

Entre los cuatro “Coros” se intercala un canto de desafío creado por la autora tomando como modelo las regueifas del folclore gallego, en el que se alternan dos voces que disputan sobre las distintas versiones de la leyenda de Pepa la Loba (cap. 15, “La loba”). Las coplas de desafío se ven interrumpidas por los comentarios en prosa de la propia Loba que, en primera persona, corrige, matiza o añade detalles a lo dicho en las coplas. Acusada de haber dado muerte a su padre adoptivo, termina su intervención con la promesa de acabar con el verdadero culpable. Pepa, bandolera gallega convertida en leyenda cuya existencia se ha puesto en duda, fue un personaje real a quien nombra Arenal en una de sus cartas. En la novela aparece como personaje secundario en las historias protagonizadas por Sisca y por Arenal.

Estos breves relatos denuncian los abusos de los poderosos y humanizan a las mujeres protagonistas, víctimas todas ellas de diferentes tipos de violencia: la violencia del varón sobre la mujer, la que condena al hambre y a la desesperación a las familias y la que convierte en culpables a inocentes, porque en el “pan de la justicia”, como en el de la cárcel, “se ocultan gusanos”. 

 

Marilar Aleixandre ha escrito una novela brillante, en la que demuestra un admirable dominio del lenguaje y de las técnicas narrativas. Una novela en la que reivindica las figuras de Concepción Arenal y de Juana María de Vega, al tiempo que recupera la memoria de aquellas mujeres olvidadas que penaron en la Galera. Una novela absolutamente recomendable.

 *La cursiva en las citas es del original.

                                                                   Josefina López Granada


Sra. de Espoz y Mina


La obra –¿biografía, ensayo, novela?– Las malas mujeres de Marilar Aleixandre (Xordica, 2022) tiene tres protagonistas, junto a otros personajes destacados: Sisca, Concepción Arenal y Juana María de Vega.

Sisca es un personaje de ficción aunque basado en personas reales. Doña Concha, la visitadora, es Concepción Arenal, una destacada mujer en el panorama del siglo XIX español, conocida y reconocida. La primera mujer que pisó las aulas universitarias españolas, aunque, para ello, tuviese que disfrazarse de varón; la precursora feminista y autora de La mujer del porvenir; la primera mujer que ocupó un alto cargo, de gran trascendencia política, en la administración española.

La tercera protagonista, Juana María, tiene en la obra un papel si no más destacado, sí más decisivo que la propia Concepción Arenal. A pesar de ser una mujer conocida en el ámbito de la historia de las mujeres, bien estudiada y biografiada1, no ha tenido el eco de otras mujeres escritoras y activistas, apenas es conocida por el gran público. ¿No habrá concebido la autora la novela, precisamente, para dar a conocer a esta importante mujer, casi olvidada? ¿Quién es Juana María de Vega?

En la biografía publicada por la Biblioteca Nacional de España se la califica como “uno de los referentes femeninos del liberalismo progresista español del siglo XIX. Escritora, activista y filántropa”. Pero su nombre no suele aparecer en la lista de mujeres destacadas en el ámbito de la cultura del s. XIX. Con estos títulos previos, evidentemente, merece la pena prestar atención a este personaje.

Juana María de Vega Martínez y Losada, condesa de Espoz y Mina, vizcondesa del Arado, condesa de la Caridad (título personal al que renunció) y Grande de España, nació en La Coruña en 1805. Hija única de una familia acomodada ilustrada y liberal. Tuvo una excelente formación, “más allá de los saberes domésticos y ornamentales, estudió aritmética, gramática, francés e inglés y leía a los autores de la antigüedad clásica” y muy joven, a los 16 años, se casó con el ya maduro general Francisco Espoz y Mina (1781-1836).

Juana María vivió tres importantes etapas. Hasta la muerte de su esposo, se halló inmersa en las circunstancias políticas de los liberales, con su padre y su marido: conspiraciones, exilios, reconocimientos políticos, y participó en todo ello, desde un discreto segundo plano de hija y esposa, pero activa y, a veces, criticada por otros correligionarios.

En 1841, el regente Baldomero Espartero la eligió como aya y camarera de la futura reina, con fuerte oposición de la aristocracia, precisamente para que un poco de aire liberal entrase en el Palacio y la princesa fuera educada en el espíritu constitucional. Al declararse la mayoría de edad de Isabel II, en 1843, abandonó Madrid y se instaló en La Coruña. Esta etapa de su vida la dejó reflejada en su obra Memorias de la condesa de Espoz y Mina. Apuntes para la historia del tiempo en que ocupó los destinos de aya de S.M. y A. y camarera mayor de palacio, escrita en 1844 pero publicada en 1910 por el congreso de los Diputados (disponible en este enlace).

A partir de 1843 vivió en La Coruña dedicada a la actividad política en apoyo a la causa liberal y progresista y al trabajo social, actividad que ella consideraba como un deber de justicia y no un acto de caridad. Por ello rechazó el título de condesa de la Caridad con Grandeza de España, que le fue otorgado en 1854, tras una epidemia de cólera en la que arriesgó su vida en los hospitales.

Fundó la Asociación de Señoras de La Coruña y redactó sus estatutos, apoyó la educación de la infancia desfavorecida, ejerció el mecenazgo cultural (Pablo Sarasate), fue dama fundadora de la Cruz Roja, escribió artículos en la prensa y redactó y publicó las Memorias del General don Francisco Espoz y Mina.

A su muerte, en La Coruña en 1872, se creó la “Fundación Juana de Vega” para la enseñanza de la agricultura, con los fondos previstos en su propio testamento. En la actualidad sigue en funcionamiento con los mismos objetivos, adaptados a los nuevos tiempos. Véase en el siguiente enlace.


EXCURSUS

El militarismo del siglo XIX en España. La influencia del ejército en la vida política española


El ejército ha sido una institución esencial en la constitución y mantenimiento de los estados a lo largo de toda la historia. En la época contemporánea, su posicionamiento e intervención han sido decisivos en el triunfo de las revoluciones liberales y la implantación de los sistemas democráticos en Europa y América. Pero, a diferencia del caso español, estos procesos han comenzado con revoluciones sociales que, en determinado momento, han recibido el apoyo militar.

La peculiaridad española tiene su origen en la Guerra de la Independencia. El “Dos de Mayo” ocasionó una fuerte reacción popular y la creación de numerosas partidas militarizadas por todo el territorio peninsular. En la Guerra de la Independencia “las guerrillas”, “los guerrilleros”, armados y uniformados como podían, desempeñaron un importante papel.

A lo largo de la guerra, estas partidas guerrilleras se fueron regularizando e incorporando al ejército, adoptaron la jerarquía militar y los grados y escalas correspondientes. Al final de la guerra, los guerrilleros quedaron incorporados al ejército y sus jefes mantuvieron el grado militar adquirido. Es el caso del guerrillero de origen navarro, Francisco Espoz Illundáin, que adoptó el apellido Espoz y Mina por su sobrino, Javier Mina, otro jefe guerrillero conocido como “Mina el mozo”.

El ejército que salió de la guerra fue, por tanto, un ejército mucho más numeroso, con una composición y extracción social muy diferentes al anterior, de origen aristocrático, y donde dominaban unas ideas distintas, el liberalismo y el constitucionalismo, que habían defendido en la guerra contra los franceses. A pesar de los intentos de la monarquía para transformar y controlar el ejército, el ideario constitucionalista se mantuvo y se defendió, y se prolongó hasta la crisis de la I República. Más adelante, las Guerras Carlistas también potenciarían el papel político del ejército y su tendencia liberal.

Tras la vuelta de Fernando VII y la restauración del absolutismo, entre 1814 y 1821, hubo cinco pronunciamientos del ejército en defensa de la Constitución de Cádiz (1812). El primero de ellos, en el mismo año 1814, protagonizado por el propio general Ezpoz y Mina. Las consecuencias de estos levantamientos fallidos eran el exilio (Espoz) o el fusilamiento (Porlier, Lacy y otros). En 1821, tras el éxito del pronunciamiento de Riego, se restableció la Constitución y regresaron los exiliados (entre otros, el padre de Juana María de Vega y el propio Espoz y Mina, nombrado Comandante General de Galicia, donde conocería a su futura esposa).

El fin del Trienio Liberal supuso un nuevo periodo de fuerte represión, ejecuciones y numerosos exiliados. Los liberales siguieron conspirando desde el exterior, en Inglaterra o Francia, e intentando, por medio de la sublevación militar, la vuelta al constitucionalismo. Es el caso del general Torrijos en 1831, perpetuado por Gisbert en un cuadro que reproduce la ejecución de los sublevados.

Las oleadas revolucionarias que recorrieron Europa en los años 30, 40 y 60 y 70, se reprodujeron en España. Pero, mientras en Europa estas revoluciones estaban protagonizadas por la creciente burguesía y, más adelante, la clase obrera, en España los levantamientos sociales requirieron siempre de la fuerza militar, a través de insurrecciones y amotinamientos, para modificar el conservadurismo monárquico, ostensible a pesar del Carlismo, e implantar el ideario liberal más progresista. Esto explica, también, la frecuente presencia de militares en la jefatura del gobierno.

El motín de La Granja en 1836, Espartero en 1840, la sublevación de Vicálvaro en 1854 y, finalmente, “La Gloriosa”, en 1868, que provocó la caída de Isabel II, el gobierno provisional del general Serano y la llegada de Amadeo I de la mano del general Prim.

En los años 70, la presencia guerrillera en el ejército había desaparecido de forma natural y, junto a las dificultades políticas de la improvisada I República y, sobre todo, al debate extremo de la cuestión territorial, las ideas políticas dentro del ejército cambiaron radicalmente. A partir de ahora, los pronunciamientos militares tendrán un fuerte carácter conservador, incluso dictatorial. El general Pavía, sin entrar a caballo en las Cortes, puso fin a la l República (enero de 1874), y tras un nuevo gobierno militar de Serrano, Martínez Campos aceleró la restauración monárquica y la vuelta de Alfonso XII (diciembre de 1874).

Durante la Restauración hubo un largo período de silencio cuartelario. Los militares, más acordes con la política moderada y controlada de Cánovas del Castillo y ocupados en las guerras coloniales, dejaron de intervenir políticamente, aunque el ejército, su composición, eficacia y funcionamiento no dejó de ser un importante problema político en toda esta etapa. Miguel Primo de Rivera (1921), José Sanjurjo y Francisco Franco Bahamonde (1936), Antonio Tejero, Jaime Milans del Bosch y Alfonso Armada (1981) fueron los últimos militares levantiscos.



Concha Gaudó

 

1 Entre otras biografías, puede verse: Romeo Mateo, María Cruz (2000), «Juana María de la Vega, condesa de Espoz y Mina (1805-1872). Por el amor al esposo, por amor a la patria», en Isabel Burdiel y Manuel Pérez Ledesma, ed., Liberales, agitadores y conspiradores. Biografías heterodoxas del siglo XIX. Madrid, Espasa Calpe.

domingo, 21 de abril de 2024

"Oda al libro II", de Pablo Neruda


© Chris Ware. GETTY IMAGES



ODA AL LIBRO (II)

LIBRO
hermoso,
libro,
mínimo bosque,
hoja
tras hoja,
huele
tu papel
a elemento,
eres
matutino y nocturno,
cereal,
oceánico,
en tus antiguas páginas
cazadores de osos,
fogatas
cerca del Mississippi,
canoas
en las islas,
más tarde
caminos
y caminos,
revelaciones,
pueblos
insurgentes,
Rimbaud como un herido
pez sangriento
palpitando en el lodo,
y la hermosura
de la fraternidad,
piedra por piedra
sube el castillo humano,
dolores que entretejen
la firmeza,
acciones solidarias,
libro
oculto
de bolsillo
en bolsillo,
lámpara
clandestina,
estrella roja.

Nosotros
los poetas
caminantes
exploramos
el mundo,
en cada puerta
nos recibió la vida,
participamos
en la lucha terrestre.
Cuál fue nuestra victoria?
Un libro,
un libro lleno
de contactos humanos,
de camisas,
un libro
sin soledad, con hombres
y herramientas,
un libro
es la victoria.
Vive y cae
como todos los frutos,
no sólo tiene luz,
no sólo tiene
sombra,
se apaga,
se deshoja,
se pierde
entre las calles,
se desploma en la tierra.
Libro de poesía
de mañana,
otra vez
vuelve
a tener nieve o musgo
en tus páginas
para que las pisadas
o los ojos
vayan grabando
huellas:
de nuevo
descríbenos el mundo
los manantiales
entre la espesura,
las altas arboledas,
los planetas
polares,
y el hombre
en los caminos,
en los nuevos caminos,
avanzando
en la selva,
en el agua,
en el cielo,
en la desnuda soledad marina,
el hombre
descubriendo
los últimos secretos,
el hombre
regresando
con un libro,
el cazador de vuelta
con un libro,
el campesino arando
con un libro.

(De Odas elementales, 1954)


Con este poema de Pablo Neruda nos sumamos a la celebración del Día Internacional del Libro,  sobre la que encontrarás información AQUÍ.

Otros poemas de Pablo Neruda en este blog:
-"Tu risa": AQUÍ.
-"La reina": AQUÍ.
-"Oda a la sandía": AQUÍ.
-"Oda al otoño": AQUÍ.
-"Oda al primer día del año": AQUÍ.

domingo, 14 de abril de 2024

"La pregunta" y "Undécima elegía", de Marisa Martínez Pérsico




La pregunta

Cuando crezcas,
¿qué te gustaría ser?
pregunto mientras por la ventanilla
se ven los faros rojos del mundo que se aleja,
como si un despegue brusco
nos lanzara
a un futuro más próximo
que el real.

"Ser maestra de baile"
"Cuidadora de cisnes"
"Jardinera de parques con columpio"

Si no fueras mi madre, ¿qué serías?
"No quiero ser un pájaro", te digo.
"Ni una lluvia con pez en un arroyo"

Quisiera ser,
María,
una pregunta.

Una duda sin bordes más allá de mi voz.
Vivir de labio en labio de quien sufre un misterio,
de quien peina ilusiones con cuidado,
del que ignora.

Ser una boca abierta a la sorpresa.

¿Dónde oculta
el escombro su guarida?
¿Quién desnuda las ruinas que se amaron
sin grieta, con verdad?

Yo quiero esa pregunta
en donde quepan todas las mentiras
que nunca se respondan, 
como este vuelo apenas suspendido
entre las nubes, sin luces
a la vista, se propulsa, en sordina,
hasta el final.

Quisiera ser pregunta pero voy en silencio.
Lo más dulce es callar,
volando juntas.

(De Principios y continuaciones, Pre-Textos, 2021)

Panorámica de los acantilados de Duino, desde el sendero de
Rilke, con las ruinas del viejo castillo medieval.
Foto: Lisbeth Salas (La Vanguardia)


Undécima elegía

Frente a la torre
del castillo de Duino dos turistas
hablan en alemán
mientras la hiedra antigua cubre
la piedra estremecida de calor y silencio.
Van con visera de tela y las mejillas
mojadas y encendidas.

Miro el paisaje
y pienso en los ángeles de Rilke.
Las almenas que miran al Adriático
son reptiles atribulados por un dios inclemente.
Cada gaviota tiene su cetro en una cúpula
de asientos previsibles (pero no numerados)
y el agave,
que tarda una vida en florecer,
parece una criatura lunar.

A lo lejos, las islas
son damas que quieren estar solas.

Las piedras y los árboles
irradian una sabiduría secular
pero no han oído nada 
de nosotros:
las instrucciones que inventamos para domesticar un caracol,
las migas que arrojamos de los barcos para alimentar a las sirenas,
una hija que se llamaría Svetlana,
las cosas que dijimos mientras caminábamos juntos
como esos alemanes que comparten
la botella de agua mineral.

Por entonces, mis viajes 
solían coincidir con el presente
y los mirlos cantaban como oráculos
mostrándonos la única
dirección del suceder.

¿Sabías que los mirlos
desarrollan su propia melodía
y cuando acaban la canción
repiten —esa misma— hasta morir?

Quizás un día vuelva a creer en lo que dura.
Pero aún me distrae
la belleza.

(De Las cosas que compramos en los viajes, Esdrújula, 2022)


Marisa Martínez Pérsico es una poeta, investigadora y profesora universitaria nacida en Lomas de Zamora, Buenos Aires, y residente en Italia desde 2010. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y doctora en Literatura española e hispanoamericana por la de Salamanca, es también traductora de poesía italiana contemporánea e investigadora de la Universidad de Údine, en el norte de Italia, en las áreas de traducción español-italiano y de literatura contemporánea en español.

Su abuela materna emigró de Galicia a la Argentina en 1938 y, gracias a la Ley de Memoria Histórica, que reconoce el derecho a solicitar la ciudadanía a los hijos y nietos de los españoles que la perdieron como consecuencia del exilio, en 2009 optó por adquirir la nacionalidad española, que actualmente posee junto a la argentina.

Ha publicado los poemarios Las voces de las hojas (1998), Poética ambulante (2003), Los pliegos obtusos (2004), La única puerta era la tuya (2015), El cielo entre paréntesis (2017), Finlandia (2020) y Principios y continuaciones (2021). En octubre de 2021 obtuvo en Colombia el XXIV Premio Internacional de Poesía Ciro Mendía por su libro Un cielo para los gatos, publicado en 2022 con el título Las cosas que compramos en los viajes. La antología Peces de ojos tristes. Poesía escogida 2023-1998 (2023) incluye textos de Los parques interiores, libro inédito con el que ganó en 2022 el 48º Premio de Poesía Rafael Morales.

La autora reconoce dos grandes influencias en su escritura: la poesía de indagación ontológica argentina (Roberto Juarroz, Hugo Mujica y Alejandra Pizarnik, entre otros) y la poesía de la experiencia española, bautizada por sus fundadores como "la otra sentimentalidad", en especial, Javier Egea, Ángeles Mora y, sobre todo, Luis García Montero, a quien considera su maestro. Daniel Gigena señala, como motivos constantes de la poesía de Martínez Pérsico, "el viaje, la tradición literaria, la observación como método, los semblantes del amor y el doble tránsito de lo particular a lo universal". En el prólogo a Peces de ojos tristes, la profesora Laura Scarabano añade un "hispanismo trasatlántico" y una imaginería "desbordante y onírica" que en algunos textos decanta en reflexiones sobre la fragilidad. En sus poemas conviven el español rioplatense con el ibérico, mezcla que la autora denomina "panhispánico", una lengua mestiza  que surge como necesidad expresiva y reflejo de su periplo vital.

El castillo de Duino, al que alude el segundo poema, se alza sobre un acantilado del mar Adriático, cercano a Trieste. El viejo castillo medieval, que albergó a Dante, se encuentra en ruinas. En el siglo XIV se edificó una nueva fortaleza  en la cual se alojó entre octubre de 1911 y mayo de 1912 el poeta de Praga Rainer Maria Rilke. Allí comenzó a escribir sus Elegías de Duino (1923), uno de los libros de poesía más relevantes y enigmáticos de todo el siglo XX. Un día en que el poeta paseaba por los acantilados de Duino, entre el viento y el ruido del mar, sintió que un verso brotaba de su interior: "¿Quién, si yo gritara, me oiría de entre los ángeles?", que pasó a ser el comienzo de la primera elegía. Escritas en un momento de crisis espiritual,  las diez elegías que componen el libro desarrollan la reflexión del poeta sobre el papel, el sufrimiento y la angustia del ser humano y las posibilidades del arte, postulando la creación de un espacio interior y considerando al poeta como mediador entre la naturaleza y la forma pura. En palabras del poeta Antonio Lucas,  "van de los humano, a lo invisible, del espíritu a la caída (...). Una lucha del hombre contra sus demonios que es un canto de integridad y una forma de regresar a la pureza después del desplazamiento por las habitaciones del daño". En ellas otorga un importante papel a ciertos ángeles nada cristianos, de los que escribe en 1922: "El ángel de las Elegías es la criatura en la que aparece completa esa transformación de lo visible en lo invisible que realizamos nosotros..., testimonia el reconocimiento de un grado más alto de realidad en lo invisible. Por tanto, es 'terrible' para nosotros, porque nosotros, sus amantes y transformadores, aún dependemos de lo visible". Sería, pues, lo que perturba y a la vez fascina al poeta en cuanto tal: lo alto, puro e ideal, destructor de lo humano, como señala José María Valverde. En recuerdo y homenaje a Rilke, Marisa Martínez Pérsico titula  este poema, en el que evoca una visita al castillo de Duino, "Undécima elegía".

Marisa Martínez Pérsico. (sivuvalo.com)

Referencias:

-Daniel Gigena, La lengua mestiza de la poeta Marisa Martínez Pérsico. Consultado en: https://www.pagina12.com.ar/560166-la-lengua-mestiza-de-la-poeta-marisa-martinez-persico

[Imagen inicial: Freepik]

domingo, 7 de abril de 2024

"Los ríos" (I fiumi), de Mario Luzi






                        Los ríos

Van hacia el corazón de los tiernos abriles
las azules fusiones de los ríos
henchidas de designio natural
y vosotros en nubes semiextintas
memoria, amor primero, afortunados campos
para los ojos que se apagan
sobre las almohadas envueltas en incierta
quietud y duda.

Con amargas sonrisas las bellezas
pasan turbando el sol, los rostros.
Incrédula la madre encanecida
toca el cabello de su hija
olorosa de lluvia, su pasado 
esplendor y la sombra y el vacío
de sí misma la oprime como infértil
abril a los arroyos.

Tan dulces y tan dóciles, los cuerpos
arden en el amor que los prendió,
la sangre da a la orilla
del río apresador.

VERSIÓN ORIGINAL EN ITALIANO:

       I fiumi

Nel cuore dei teneri aprili
vanno le azzurre fusioni dei fiumi
gonfie di naturale volontà
e voi in nuvole semispente
memoria, primo amore, campi lieti
dagli occhi che si spengono
sui capezzali avvolti d'incompresa
quiete e di dubbio.

Con amare sorrisi trascorrono
le beltà conturbando i volti, il sole.
Incredula la madre incanutita
tocca i capelli della figlia
odorosi di pioggia, il suo passato
splendore, l'ombra, il vuoto
di sé lópprime come un'infeconda
primavera i ruscelli.

Sì dolci e remissivi i corpi
ardono della carità che li accese,
il sangue ha una sponda
sul fiume ghermitore.

De La barca. En Vida fiel a la vida. Antología poética.
Edición bilingüe de Jesús Díaz Armas, Galaxia Gutenberg /
Círculo de Lectores, Barcelona, 2009

 La barca (1935), el primer poemario publicado por Mario Luzi, expresa, en opinión de Pedro Luis  Ladrón de Guevara, la visión que el poeta tiene sobre la vida como un fluir, de ahí que se repita el tema del río, del fluir o de la barca. Díaz Armas señala, por su parte, que en este libro aparecen ya muchos de los temas fundamentales de la poesía de Luzi (algunos de los cuales están presentes también en el poema seleccionado): el paisaje, la presencia de lo femenino, la caducidad de la belleza y de la juventud, el paso del tiempo o un cristianismo esencial.

[Imagen: Río Guadalaviar a su paso por Alfambra (Teruel), en Sapos y Princesas]

domingo, 31 de marzo de 2024

"A Francisco Salinas", de Fray Luis de León

 
Catedral vieja de Salamanca. En primer plano, a la izquierda, el órgano de Salinas
Foto: Miguel Ángel Victoria


        A FRANCISCO SALINAS

        El aire se serena
        y viste de hermosura y luz no usada,
        Salinas, cuando suena
        la música extremada,
 5     por vuestra sabia mano gobernada.

        A cuyo son divino
        el alma, que en olvido está sumida,
        torna a cobrar el tino
        y memoria perdida
10    de su origen primera esclarecida.

        Y, como se conoce,
        en suerte y pensamiento se mejora;
        el oro desconoce
        que el vulgo vil adora,
15    la belleza caduca engañadora.

        Traspasa el aire todo
        hasta llegar a la más alta esfera
        y  oye allí otro modo
        de no perecedera
20    música, que es la fuente y la primera.

        Ve cómo el gran Maestro,
        aquesta inmensa cítara aplicado,
        con movimiento diestro
        produce el son sagrado,
25    con que este eterno templo es sustentado.

        Y, como está compuesta
        de números concordes, luego envía
        consonante respuesta,
        y entre ambos a porfía
30    se mezcla una dulcísima armonía.   

        Aquí el alma navega
        por un mar de dulzura, y finalmente,
        en él ansí se anega,
        que ningún accidente
35    extraño y peregrino oye o siente.

        ¡Oh desmayo dichoso!,
        ¡oh muerte que das vida!, ¡oh dulce olvido!:
        ¡durase en tu reposo
        sin ser restituido
40    jamás aqueste bajo y vil sentido!

        A este bien os llamo,
        gloria del apolíneo sacro coro,
        amigos, a quien amo
        sobre todo tesoro,
45    que todo lo visible es triste lloro.

        ¡Oh, suene de contino,
        Salinas, vuestro son en mis oídos,
        por quien al bien divino
        despiertan los sentidos,
50    quedando a lo demás adormecidos!

(Fray Luis de León, Poesía. Edición, estudio y notas de
Antonio Ramajo Caño, Real Academia Española, 2012)

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       1    Este aire no debe entenderse simplemente como "viento", sino más 
             bien como "atmósfera, cielo" (Micó). Se inspira en l'aura de Petrarca.
       2    no usada, acaso "infrecuente", o acaso, "no gastada, intacta". Es una 
             luz  matinal, profunda, que lleva al alma a su origen, Dios. (Ramajo Caño)
      3    extremada, acaso signifique "perfecta por su técnica y proporción mate-
             mática. (RC)
 6-10     Esta estrofa, de inspiración platónica, expresa que el alma, que se había
             olvidado de lo espiritual, vuelve a cobrar conciencia de su origen divino
             (origen era entonces sustantivo de género femenino, y esclarecida significa
             "excelsa"). (Micó)
11-15    conocer es recordar, volver con la memoria a la conciencia de cuál es el 
             origen del alma, Dios (RC).  Por efecto de la música, el alma recuerda su
             origen divino y desprecia los bienes perecederos (oro, belleza caduca). 
             Idea de origen platónico.
16-20    Esta estrofa refleja la concepción pitagórica del universo, formado por nueve 
              esferas u órbitas, en cada una de las cuales se movían determinados 
              astros. Estos emitían una música armoniosa; su concordancia determinaba el
              mutuo equilibrio. La "más alta esfera" era la de Dios. El alma, liberada por
              la música, asciende hasta la última esfera, retornando así a su lugar de origen,
              donde escucha la música divina, "la fuente" de todas las demás.
21-25     En la última esfera, el alma se encuentra con Dios, "el gran Maestro" que con
              su "cítara" (instrumento de cuerda) emite "el son sagrado" que sostiene el 
              universo ("este eterno templo"). Esta estrofa se considera una interpolación 
              tardía que interrumpe la secuencia sintáctica formada por las estrofas 4 y 6.
26-30     Esta estrofa es continuación sintáctica de la cuarta, como indica la conjunción
               copulativa y con que comienza, así como la concordancia entre las palabras 
               música (v. 20) y compuesta (v. 26). (Gutiérrez Ordóñez) "El alma concuerda 
               con las esferas, pues es armonía, como armonía hay en los astros: al fin todos
               proceden de la suprema armonía, Dios". (RC)
31-40      "El alma se sumerge en un arrobamiento de serena felicidad (ataraxía estoica)
               que, por ser inefable, el poeta canta con expresiones propias de la mística". En 
               los tres últimos versos, el poeta, que ya se encuentra de nuevo en la tierra, expresa
               su deseo de que "ese estado de comunión y reposo" sea eterno. (Gutiérrez O.)
41-45     La estrofa es una invitación a sus amigos poetas, que son la gloria del coro de las
               musas, a disfrutar de la música de las esferas. (Gutiérrez O.)
46-50     Termina con el ruego de que la música de Salinas suene ininterrumpidamente 
              ("de contino").
               

Fray Luis de León, descrito y dibujado
hacia 1598 por Fco. Pacheco (1564-1644)
en su Libro de descripción de verdaderos
retratos de ilustres y memorables varones
Fray Luis de León nació en Belmonte (Cuenca) probablemente en 1528. Era el hijo primogénito de una distinguida familia de ascendencia judía. Su padre, un renombrado jurista, obtuvo un cargo en la corte, por lo que la familia se trasladó primero a Madrid y luego a Valladolid. Sin duda con la intención de que continuase la saga familiar de juristas, a los catorce años el joven Luis es enviado a estudiar a Salamanca, en cuya universidad su tío Francisco de León era catedrático de Leyes. Pero en 1542 ingresa en el convento de los agustinos y profesa en la orden en enero de 1544, con diecisiete años. Tras sucesivas estancias en Alcalá, Soria y Toledo, alcanzó los grados de licenciado y maestro (doctor) en Teología por Salamanca en 1560 y obtuvo la cátedra de Santo Tomás, de carácter teológico, en 1561. En esa época, las disputas entre agustinos y dominicos por controlar las cátedras de Salamanca regían la vida de la universidad. 

Denunciado por supuestas irregularidades, entre ellas haber expresado algunas críticas al texto bíblico de la versión latina de la Vulgata  y haber traducido al castellano, directamente del hebreo,  el Cantar de los Cantares, a petición de su prima Isabel de Osorio, monja en el convento salmantino de Sancti Spiritus, pues no podía leerlo en latín. Aunque la traducción tenía una única destinataria, las copias se multiplicaron y sus enemigos vieron en ello una transgresión de la norma del concilio de Trento que prohibía la traducción de los libros de la Biblia al castellano, y aceptaba como única versión autorizada la latina de la Vulgata. Fue encerrado en la cárcel inquisitorial  de Valladolid el 27 de marzo de 1572, donde permaneció durante cuatro años y nueve meses, tiempo durante el que se prolongó el proceso. La afirmación de que  allí escribió De los Nombres de Cristo y comenzó su Exposición del libro de Job  se ha puesto en duda, dadas las duras condiciones de su encierro. Sí compuso algunos de sus poemas, entre otros, el que comienza: "Aquí la envidia y mentira / me tuvieron encerrado...". 

Tras reconocerse su inocencia, quedó libre a finales de 1576 y se incorporó a la cátedra extraordinaria de Teología creada expresamente para él, puesto que la suya estaba ocupada en propiedad. Se cuenta que comenzó sus explicaciones así: "Decíamos ayer...", como si el largo paréntesis de los casi cinco años de cárcel no hubiera existido. En 1578 gana la cátedra de Filosofía moral, en la facultad de Artes, y en 1579, la de Sagrada Escritura, que había sido siempre su auténtica aspiración. El 14 agosto de 1591 es elegido provincial de los agustinos de Castilla, pero el 23 de ese mismo mes muere en el convento de san Agustín de Madrigal de las Altas Torres, donde presidía el capítulo de la Orden. 

SU OBRA

Fray Luis, excelente prosista y poeta,  es una de las principales figuras del segundo Renacimiento español, llamado también Renacimiento cristiano. Escribió cuatro obras en prosa: dos obras originales (De los nombres de Cristo y La perfecta casada), publicadas en 1583, y sus traducciones y comentarios al Cantar de los Cantares y Exposición del Libro de Job. En estas últimas  traduce literalmente los textos bíblicos  y acompaña la traducción de interesantes comentarios. Ambas permanecieron inéditas hasta el siglo XVIII.

De los nombres de Cristo, donde muestra un extraordinario dominio del lenguaje, está considerada su obra maestra en prosa. Formalmente, es  un diálogo, género muy cultivado en el siglo XVI. En él da voz a tres frailes en la finca que los agustinos poseían en La Flecha para debatir sobre los nombres que se da a Jesús en las Escrituras (Cordero, Pastor, Pimpollo, Amado...), hasta el número de trece, en día y medio de conversaciones.

La perfecta casada es un tratado en el que, a partir del comentario del último capítulo del Libro de los Proverbios bíblico, referido a la mujer fuerte, expone su ideal de esposa, un tipo de literatura frecuente entre los humanistas. La obra tiene un destinatario concreto, la recién casada doña María Varela Osorio, y la finalidad de aleccionarla sobre los deberes de su nuevo estado.

Órgano de Salinas. Catedral vieja de
Salamanca. (verpueblos.com)
Como ocurre con otros escritores de nuestro Siglo de Oro, fray Luis no vio impresa su obra poética, que no sería llevada a la imprenta hasta 1631, cuarenta años después de su muerte,  gracias a Francisco de  Quevedo. Sin embargo,  en vida del autor era ya conocida porque circulaban numerosas copias manuscritas. Parece ser que hacia 1584 pensó en su publicación y, a tal fin, preparó una Dedicatoria a su amigo Portocarrero en la que afirma que  sus poemas fueron para el autor obrecillas  de mocedad "que se me cayeron  como de las manos", lo que debe entenderse como un tópico literario (lo encontramos también en el soneto prólogo del Cancionero de Petrarca), pues escribió poesía a lo largo de toda su vida y su afán de perfección le llevó a  una constante labor de corrección. Como recuerda Ricardo Senabre, fray Luis es, junto con Herrera, uno de los poetas más "técnicos" y reflexivos del Renacimiento, y su poesía "extraordinariamente compleja, en la que nada parece producto del azar y sí de un tenaz estudio, de una profunda labor de lima y retoque en busca de la perfección absoluta". El autor agrupó su obra poética en tres partes: las poesías originales, las traducciones profanas y las versiones de textos sagrados. 

Su obra poética original es bastante breve (cincuenta y siete composiciones en la edición de la RAE). La mayor parte pertenece al género clásico de la oda, composición en estrofas cortas, con número indeterminado de versos  y temas serios y graves. La estrofa utilizada en sus odas es casi siempre la lira, sobre la que apunta Dámaso Alonso que, por su brevedad, es "una constante advertencia al refreno, a la poda de todo lo eliminable" y sirve exactamente al poeta para el logro de sus fines estéticos. Su poesía sintetiza tres tradiciones: la literatura bíblica, el influjo italianista (sobre todo, en el uso de la lira y los metros italianos) y la cultura grecolatina, en especial, el neoplatonismo y la poesía de Virgilio y Horacio. De este aprende la sobriedad y la elegancia, además del anhelo de paz, el goce de la soledad en el retiro de la naturaleza, su amor a la "dorada medianía" y su desprecio por los honores públicos. 

Aunque no es segura la datación de los textos, las poesías de fray Luis suelen agruparse en tres periodos. Al primero pertenecen las escritas antes de la prisión (1572), en las que nos encontramos composiciones moralistas dentro de la tradición clásica (desprecio de los placeres mundanos, deseo de soledad...) junto a eventuales inclusiones histórico-nacionales. Pertenecen a esta etapa la "Oda a la vida retirada",  la "Profecía del Tajo" o la oda II, "Virtud, hija del cielo". Al segundo, la compuestas durante su estancia en la cárcel (1572-1577), en las que da cabida a los contenidos religiosos y a las quejas por la injusticia cometida con él. "Noche serena", "En la Ascensión" y "A la salida de la cárcel", son algunos ejemplos. En el tercer periodo se incluyen las compuestas tras salir de prisión (después de 1577), como las dedicadas a Francisco Salinas, a Felipe Ruiz o a Pedro Portocarrero, en las que expresa su anhelo de armonía e infinitud, la nostalgia del paraíso evocado y cierto misticismo intelectual.

Dámaso Alonso ve la poesía de fray Luis como la expresión de un ansia de misticismo que no llega a realizarse, lo que impregna muchos de sus poemas de la "desgarradora nostalgia del desterrado". Muchas de sus odas están dirigidas a una segunda persona. En ellas comenta un tema moral y exhorta de algún modo al receptor. El tono discursivo da lugar a abundantes enumeraciones,  exclamaciones e interrogaciones retóricas. La tensión entre la inspiración del poeta y las constricciones del verso hacen que, con frecuencia, la unidad sintáctica no coincida con el verso, dando lugar a numerosos encabalgamientos. 

Oda "A Francisco Salinas"

El poema seleccionado es la oda III de fray Luis, una exaltación poética del poder de la música en el alma, siguiendo la tradición platónica (García Castillo). Está  formada por diez liras,  estrofa introducida en la lírica española por Garcilaso de la Vega en su "Oda a la flor de Gnido". La lira es una estrofa de cinco versos,  tres heptasílabos y dos endecasílabos, con la siguiente disposición: 7a  11B 7a 7b 11B. En la primera edición de la poesía de fray Luis, realizada por Quevedo en 1631, no se incluye la estrofa 5 de esta oda, que algunos críticos consideran apócrifa.

La oda está dedicada a su amigo Francisco Salinas, músico ciego,  catedrático de la Universidad de Salamanca y organista de la catedral. Parece que fray Luis la escribió después de salir de la cárcel, probablemente entre 1577 (año en que Salinas publicó su obra De musica libri septem, Siete libros sobre la música) y 1583. En ella, Salinas es el interlocutor a quien se dirige el yo poético, de ahí que todo el poema esté impregnado de conceptos musicales que reflejan las frecuentes conversaciones de los dos amigos sobre teoría musical, recordadas por Salinas en su declaración ante la Inquisición (Gutiérrez Ordóñez). 

Como en toda la poesía de fray Luis, existe en esta oda una  preeminencia de lo sonoro sobre lo visual, que se manifiesta en la cantidad de términos referidos al mundo sonoro y en la adjetivación aplicada a los mismos. En este caso, según Ramajo Caño, se omite todo lo visual ("que todo lo visible es triste lloro", v. 45) y se pondera lo acústico en un afán de compenetrarse con el amigo privado de la vista. 

El poeta comienza ensalzando la música de Salinas que, como un nuevo Orfeo, consigue serenar y vestir de hermosura la naturaleza. Sin embargo, como observa E. Valdés (citado por Gutiérrez O.) hay una inversión del mito de Orfeo, pues el descenso al Hades es ahora ascenso a las esferas celestiales. La dedicatoria y referencia a Salinas en las estrofas primera y última conforman una estructura circular, cuyo centro -según explica Ramajo Caño- lo ocupa la descripción de los efectos de la música en el alma: "la elevación a la contemplación de la música divina, como si el arte fuese un recordatorio del origen primero, según las tesis platónicas, e invitara a la representación del mundo celeste perdido ("el alma... / torna a cobrar el tino / y memoria perdida / de su origen primera esclarecida", vv. 7-10), librándola de los engaños de la apariencia -los bienes mundanos- y apartando a los bienes reales del cielo ("belleza caduca engañadora", v.15)". Ramajo Caño  destaca la cuidada arquitectura de la oda, que ya había señalado Wilson al observar las relaciones de paralelismo que se establecen entre las estrofas 1ª y 10ª, 2ª y 9ª, 3ª y 8ª, y 4ª y 7ª. 

Como Dámaso Alonso, Gutiérrez Ordóñez distingue dos partes en el texto. Una primera parte (de la estrofa primera a la quinta)  en que se narra el ascenso del alma que termina con la contemplación divina ("ve cómo el gran Maestro"), donde el paralelismo entre las estrofas 1 y 5 cohesiona fuertemente esta primera parte.  La segunda, que se inicia con la descripción del estadio contemplativo y marca su descenso con la intervención del yo del poeta para realizar exclamaciones líricas ("¡Oh desmayo dichoso!"), llamada a los amigos ("a este bien os llamo") y una petición a Salinas ("suene de contino").  Para Dámaso Alonso, sin embargo, la primera parte abarca las estrofas 1-7, mientras que la segunda comprende las tres últimas.

Referencias:

-CUEVAS GARCÍA, Cristóbal: La poesía en el siglo XVI (II), en J. Mª Díez Borque (coord.), Historia de la Literatura española, II, Renacimiento y Barroco, Taurus, 1980.
-GARCÍA CASTILLO, P. (2013). La armonía en Fray Luis de León. Azafea: Revista de Filosofía, 15, 65-82. https://doi.org/10.14201/12252
-GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, Salvador: Música en la oda "A Francisco Salinas", BILRAE Nº 20, 2022, págs. 2-33. ISSN 2792-6036. Consultado el 14/03/2024 en: file:///C:/Users/Personal/Downloads/estrella,+1.+Guti%C3%A9rrez+Ord%C3%B3%C3%B1ez%20(1).pdf
-LEÓN, Luis de: Poesía. Edición, estudio y notas de Antonio Ramajo Caño, Real Academia Española, 2012.
-MICÓ, José María: El oro de los siglos. Antología, Austral, 2017.
-PRIETO, Antonio: La prosa en el siglo XVI,  en J. Mª Díez Borque (coord.), Historia de la Literatura española, II, Renacimiento y Barroco, Taurus, 1980.
-RODRÍGUEZ PUÉRTOLAS, Julio  (ed.): Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Akal, 5ª ed., 2011.
-SENABRE, Ricardo, Introducción a la poesía de fray Luis de León. Consultado en: https://biblioteca.org.ar/libros/134560.pdf